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Antes de su estreno a todas las películas la precede su fama. Mientras mayor sea su fama, incluso cuando sea una mala fama, más son las posibilidades de que la película valga los $20 de una entrada de cine.
La Mujer sin Cabeza, la tercera película de Lucrecia Martel, venía precedida de mucha y muy variada fama. Además de todo el beneficio de la duda que se merece la responsable de películas como La Ciénaga o La Niña Santa, cobraron una inusitada notoriedad los abucheos (después parcialmente desmentidos) durante la proyección en Cannes. Quizás la costumbre de amplificar cualquier pequeño suceso nacional durante los festivales Clase A le haya jugado una mala pasada. Los mismos abucheos, por otro lado, parecieron generar una especie de enfrentamiento entre los que apoyan la película (casi toda la crítica local, crítica norteamericana si no me equivoco) y los 3 o 4 italianos que bostezaron en Cannes.
Todavía no es seguro que los italianos se hayan enterado de la reivindicación local de La Mujer sin Cabeza, pero el día del estreno en Argentina las críticas la apoyaron masivamente, y entonces, como a veces pasa, estuve de acuerdo con todos.
La película, de una anécdota simple, es muy compleja y merece más el sesudo análisis de los especialistas que mi torpe reflexión, de la que, para alegría de Rinconete, me voy a abstener. Solamente podría decir, volviendo a la duda de un post anterior, que hay aquí, sin dudas, valor cinematográfico, y a granel. Es justo decir también que probablemente sea aquella complejidad, y sus consiguientes análisis profundos, en parte, los que no ayudaron a que la película tenga un público más nutrido durante su primer fin de semana, y que hoy esté haciendo equilibrio en la cuerda floja de muchas salas.
La Mujer sin Cabeza, la tercera película de Lucrecia Martel, venía precedida de mucha y muy variada fama. Además de todo el beneficio de la duda que se merece la responsable de películas como La Ciénaga o La Niña Santa, cobraron una inusitada notoriedad los abucheos (después parcialmente desmentidos) durante la proyección en Cannes. Quizás la costumbre de amplificar cualquier pequeño suceso nacional durante los festivales Clase A le haya jugado una mala pasada. Los mismos abucheos, por otro lado, parecieron generar una especie de enfrentamiento entre los que apoyan la película (casi toda la crítica local, crítica norteamericana si no me equivoco) y los 3 o 4 italianos que bostezaron en Cannes.
Todavía no es seguro que los italianos se hayan enterado de la reivindicación local de La Mujer sin Cabeza, pero el día del estreno en Argentina las críticas la apoyaron masivamente, y entonces, como a veces pasa, estuve de acuerdo con todos.
La película, de una anécdota simple, es muy compleja y merece más el sesudo análisis de los especialistas que mi torpe reflexión, de la que, para alegría de Rinconete, me voy a abstener. Solamente podría decir, volviendo a la duda de un post anterior, que hay aquí, sin dudas, valor cinematográfico, y a granel. Es justo decir también que probablemente sea aquella complejidad, y sus consiguientes análisis profundos, en parte, los que no ayudaron a que la película tenga un público más nutrido durante su primer fin de semana, y que hoy esté haciendo equilibrio en la cuerda floja de muchas salas.
4 Comments:
Quisiera ante todo agradecer al amigo perez el gesto elegante de abstenerse de reflexión.
Por mi parte voy a hacer lo mismo ya que no vi, aún, la película.
Esperamos impacientes los comentarios del amigo cinefrick, el Marteliano de 791, ya que la vió ayer.
By rinconete, at 5:53 p. m.
Gracias por lo de Marteliano. A decir verdad mi Martelianismo comenzó con "La ciénaga" , siguió con "La niña santa" y ahora ya es una religión.
Lucrecia, si la puedo llamar por su primer nombre, es indiscutiblemente el mejor referente de cine de autor de nuestro país.
A veces tengo la sensación que sus películas son variaciones de la misma idea original de contar su vida, su medio. Cada vez está más filosa, las pinceladas sobre la burguesía hipócrita del norte son cada vez más punzantes.
El clima del film, apoyado con una fotografía buenísima es asfixiante. Uno sale de la sala abrumado, cansado.
Cuando vi la Ciénaga pensé que era tan buena que muy posiblemente su tercera película ya la filmaría afuera. Afortunadamente, me equivoqué.
By cinefrik, at 4:47 p. m.
fui a ver la mujer sin cabeza y sali siendo un hombre con dolor de cabeza.
no solo por tener que convivir con las sensaciones y desorientaciones de esta mujer, eso hasta podria llegar a manejarlo. ¡pero esos planos de interiores oscuros, con luz diurna entrando por las ventanas y puertas no es apto parar fotofobicos!
nunca mas acertado decir que martel te parte la cabeza. se recomiendo verla con una cafiaspirina al lado.
By Resiste Un Archivo, at 3:10 p. m.
Aburrida!....Pesada....densa.....Si esa era la intención, ok!....Conseguido!.....
Me suena a filme para escribir mucho, con adjetivos complejos.
Saludos!
By youth, at 10:37 a. m.
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