Elogio de la derrota
Desde sus comienzos el cine bélico juega con una cantidad limitada de paradigmas. La victoria pírrica es uno de ellos, tal vez el más frecuentado.
Hay un objetivo, difícil, casi inalcanzable, definido preferentemente por políticos venales (casi una redundancia, según las reglas no escritas del género) o militares de escritorio (una calimidad aún peor que la anterior, según las mismas reglas). Se busca luego el equipo de hombres, generalmente rudos, más bien al margen de las instituciones, patriotas pero individualistas, que llevará a cabo la odisea. Al final, morirán muchos, nunca todos, pero el objetivo se habrá conseguido y con este la victoria.
El elogio de la derrota es menos frecuente aunque no es algo nuevo. El John Ford de Viñas de Ira o el John Wayne de El Alamo son buenos ejemplos de ello.
Con la magnífica Cartas desde Iwo Jima, Clint Eastwood decidió inscribirse en esa tradición.
Segunda parte del díptico conformado junto a Banderas de nuestros padres, Cartas... es la mejor película de Eastwood en mucho tiempo (tal vez desde Sin perdón). Es el resúmen Lerú de un director clásico, que trabaja a partir de un guión sólido, una dirección de actores impecable y una fotografía impactante evitando como la peste cualquier intento de virtuosismo.
No hay acrobacias de cámara ni sorpresas de guión. Lo que cuenta es la historia: la defensa sin esperanzas de una isla por parte de un retazo del ejército japonés frente al avance irremediable del ejército norteamericano (de yapa algunas de las mejores escenas de guerra desde Rescatando al soldado Ryan).
Entre los actores brillan el gran Ken Watanabe, el hombre cuyo talento casi logró salvar del naufragio a la bochornosa El último samurai y el novato Kazunari Ninomiya.
Eastwood tiene además la elegancia de evitarnos una película de japoneses hablando en inglés, otro clásico de Hollywood (en donde los malos siempre son bilingües y hablan entre ellos en inglés con acento, algo un poco desconcertante).
7 Comments:
gran película, cuando la ví los túneles y las trincheras niponas me recordaron a Grisú, templo bailable, también hogar de muchas derrotas...
By perez, at 12:22 p. m.
¿Grisú? No lo recuerdo ¿Era en Bella Vista?
By rinconete, at 1:06 p. m.
No, en Bariloche, un favorito de los egresados. Fíjese en www.grisu.com
By perez, at 1:45 p. m.
felicitaciones don Perez. Ahora se sabe que usted fue egresado en tiempos lejanos.
eso si, coincido con Rinconete en que el viejo Clint es como su hermano mayor, se mejora con el tiempo.Aunque siempre fue bueno, ahora va para maestro.
By Anónimo, at 4:15 a. m.
amigo Rinconete, me olvide hace un tiempo de felicitarte por nombrar a Audiard, monumento del dialogo frances. Sus frases memorables siguen siendo tan actuales como esas pelis de los anios 60-70 con la bande de Blier, Ventura, Blanche , etc....
"quand un gars de 150 kilos parle, les mecs de 75 l'écoutent".
"dans les situations critiques, quand on parle avec le flingue dans la main, personne conteste. Il y a des statistiques la dessus!"
By Anónimo, at 4:27 a. m.
Excelente! Los diálogos de Audiard son lo mejor de las películas en las que participó.
Y el viejo Clint, como mi hermanito mayor, sin duda mejora con los años.
Saludos,
r.
By rinconete, at 11:42 a. m.
Qué bueno, me encanta Clint, amo su Million Dollar Baby, aunque muchos la detesten, y también me fascinó el único film de Audiard que vi: "El latido de mi corazón". Soberbia! Los espero a todos siempre en mi blog: www.salacine.blogspot.com
By Anónimo, at 10:18 a. m.
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