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4.4.07

El costo del celuloide (bis)

El año pasado hablamos en este mismo blog de los altos costos relacionados con el soporte fílmico (costos de importación, de laboratorio...etc) que hacen economicamente imposible poder distribuir en sala el cine de autor que nos interesa, en otro formato que no sea el DVD. Pese a estas explicaciones que nos parecen de sentido común, la polémica sigue, con críticas de críticos cada vez más críticos.
Como por ejemplo la columna de Luciano Monteagudo, publicada en otroscines.com, un interesante nuevo site dedicado al cine.
Para aquellos a quienes le interese la polémica, pueden consultar el artículo de Monteagudo y más adelante nuestra brevísima respuesta.



Nos sorprendió leer en una columna de Luciano Monteagudo publicada en Otros Cines (Proyecciones en DVD: El espectador como rehén) que no solo somos los primeros responsables de la degradación de las condiciones de proyección del cine arte sino que además nos hemos especializado, como una especie de Hezbolá de la distribución, en la toma de rehenes.
Esas y otras muchas calamidades serían el resultado de una opción que venimos defendiendo con algunos otros distribuidores: proyectar nuestras películas en formato DVD.

Quisiéramos insistir en las razones económicas que motivan tal opción, pese a la aparente indolencia con que Monteagudo las menciona. Comprar hoy material fílmico en el exterior implica pagar los mismos impuestos que en la importación de una máquina de lavar de EEUU o de un auto en Japón, además de pagar un producto en dólares que luego venderemos en pesos a un precio de taquilla inferior no solo al de Francia o EEUU sino también al de Chile o Brasil. Los impuestos y el costo de los derechos sumados a los gastos de laboratorio dolarizados pese a ser tareas locales (banda americana, copias...etc) hacen económicamente imposible una salida en fílmico para un cierto tipo de cine arte. Podemos tratar de que el Estado utilice recursos para subvencionar las actividades de aquellas distribuidoras cuyo nombre empiece con el número 7 o podemos tratar de equilibrar nuestra actividad bajando nuestros costos. Optamos hasta ahora por la segunda opción.

Es solo una opción económica, no implica una defensa de un tipo de soporte. Indudablemente lo ideal es poder ver una película en su formato original así como preferimos leer El Congreso del Mundo en la edición de lujo de Franco Maria Ricci y no en la de bolsillo de Alianza. Pero la verdad es que no quisiéramos que alguien deje de leer a Borges por no tener los 300 euros que cuesta la edición de Ricci.

Existen variantes como la compra de copias fílmicas usadas, pero además de ser difícil de implementar ya que muchas veces nuestras películas no han sido estrenadas en países de habla española, el estado de las mismas suele ser aún peor que el soporte DVD. Pero no es una opción que descartamos de plano.

Monteagudo se escandaliza por la proyección de Una pareja perfecta de Nobuhiro Suwa en DVD e imagina lo que diría la directora de fotografía al respecto. Nosotros sabemos lo que dijo el distribuidor, agradablemente sorprendido de que alguien en Argentina comprara una joya tan poco comercial o lo que dijeron gran parte de los 13.000 espectadores que, no teniendo la suerte de asistir a festivales o funciones privadas, pudieron ver la película gracias a esa escandalosa proyección.

Como cualquier otro formato el DVD depende de la calidad del soporte y del proyector. Por nuestro lado apostamos a la mayor calidad del mercado en lo que respecta al soporte, ya que editamos también los DVD para la venta y esperamos que los exhibidores hagan lo mismo no solo con la calidad de proyección sino también con la calidad de las salas (gran parte de las críticas de nuestros espectadores se concentran en este último punto).

Monteagudo menciona el circuito de cine arte MK2 que Marin Karmitz construyó en Francia y que abarca tanto la producción como la distribución y la exhibición. Es un excelente ejemplo, la verdad es que las salas son estupendas y las ediciones de DVD ejemplares. Podemos en este caso extasiarnos como colonizados frente al éxito del primer mundo y lamentar no vivir en Paris o podemos tratar de aprender de un ejemplo exitoso. Las primeras salas que Karmitz abrió en Paris en el año ´74 en la Bastille eran más o menos piojosas, el sonido no era bueno y las butacas incómodas. La gran ventaja era la excelente programación y fue eso el gran activo que utilizó para llegar al imperio actual. No creo que los cinéfilos de aquel entonces lo criticaran por el tipo de soporte como tampoco lo critican hoy por exhibir junto a la extrema Kean de Lodge Kerridan o a la maravillosa Lady Chatterley de Pascale Ferran la testosterónica 300 de Zack Snyder que le permite equilibrar sus cuentas.

Ya que de eso se trata, de equilibrar nuestras cuentas para poder perdurar. Y perdurar para poder generar a mediano plazo la comunidad de cine arte que permitirá que se genere ese circuito que según Monteagudo no termina de conformarse. Lo extraño es que, como en La Vida de Brian, en vez de acordar un objetivo común, perdamos energía y tiempo en discusiones más o menos talmúdicas sobre soportes magnéticos o maravillosos ejemplos de salas a 9 euros la entrada en lugar de conversar sobre la mejor manera de ver buen cine con las cartas que nos tocaron en suerte.


2 Comments:

  • es notable que los criticos que pedian buen cine ahora pidan buenas cine en buenas copias de 35mm. Quizás si traemos a Hou hsiao hsien en IMAX nos reclamen la presencia de Hou para una charla debate "o esto no es cine"...

    By Blogger perez, at 10:22 a. m.  

  • Para aquellos a quienes les interesa el tema, les recomiendo leer una carta de lectores que Daniel Cholakian envió a Otroscines, referida a la nota de Monteagudo y a nuestra respuesta.

    http://www.otroscines.com/cartas.php

    By Blogger rinconete, at 1:51 p. m.  

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