Trust the Man

Hace unos días fuimos a ver ¨Parejas¨ (traducción creativa de ¨Trust the Man¨, del desconocido Bart Freundlich). Salimos del cine bastante contentos, habiendo gozado de la maravillosa Julianne Moore, de un buen David Duchovny y de la extraterrestre Maggie Gyllenhaal, que ganó para siempre un lugar en mi corazón desde ¨La Secretaria¨, de Steven Shainberg.

La verdad es que la película tenía todo para ponernos de buen humor, desde las locaciones en Nueva York, donde en una de las primeras escenas se ve un cine que exhibe Funny Ha Ha (lo que prueba que el Cosmos no es el único refugio del amigo Bujalski) hasta los personajes que generan una inevitable empatía y algunos diálogos bastante buenos. Al salir recordamos alguna película de Neil LaBute o al Edward Burns de ¨The Brothers McMullen¨. Nos parecía que acabábamos de ver algo que pescaba en esas aguas.

Pasados un par de días, esa primera impresión se fue desvaneciendo. Recordé la historia de un amigo cuya madre rellenaba los tarros de Nesquik con chocolate de segundas marcas más baratas, de esas que nunca se disuelven con la leche y siempre quedan con grumos. Me sentí como mi amigo, aunque a diferencia mía él detectaba la falsificación inmediatamente. ¨Trust the Man¨ es eso, una falsificación bastante buena de películas mejores, menos grandilocuentes (la escena final en el Lincoln Center es forzadísima) y que no buscaban parecerse a otras. Y como a la leche de mi amigo, por más que uno revuelva, siempre le van a quedar grumos.