El galleguito de la cara sucia
Hace unos días, atraído por la necrofilia y el aroma a naftalina, miré en el canal Volver, El galleguito de la cara sucia, una especie de comedia más o menos musical de Enrique Cahen Salaberry.
En ese canal suelen hipnotizarme las películas argentinas de los ´40, plagadas de escaleras de mármol, telefonos blancos y gente que habla un extraño dialecto, con un tono de voz más agudo que lo normal. La película de Cahen Salaberry es más reciente (1966) y en ella actúan el módico Juan Ramón y la rubia Nora Cárpena. Fue justamente la presencia de la Cárpena, casi oculta bajo un tenaz casquete de pelo laqueado, que logró el milagro de verla hasta el final.
La historia no es muy compleja. Un modesto almacenero gallego se enamora de la hija de una aristocrática e inútil familia criolla venida a menos. La única posibilidad que el almacenero imagina para sortear el absoluto desprecio que genera en la rubia y su familia de parásitos es la de hacer fortuna. Con la ayuda financiera de viejos gallegos ricos y de su propio trabajo, el inmigrante logra enriquecerse y llevarse finalmente el premio mayor. Su infatigable labor de empresario exitoso le permite además entonar cada tanto alguna canción, para desgracia del público que como yo, pretende llegar vivo al final (canta incluso, en un gran momento del film, la versión castellana de Poupée de cire, poupée de son de Serge Gainsbourg).
Lo que mas me sorprendió es que mirando más allá de lo que podría ser un himno al éxito del hombre simple, al estilo de Frank Capra, aparece algo más sórdido. Nuestro incansable trabajador paga por llevarse a la bella y por integrarse en esa casta de pulgones, a diferencia de lo que ocurre con los heroes de Capra. Es fácil imaginar que los hijos de esta extraña pareja tendrán más afinidad con el mundo rentístico de la madre que con el del valor del trabajo del padre.
Lo mismo ocurre con la falsa modernidad de los integrantes de la familia y de alguna manera también de la película, que presenta como algo nuevo a un grupo de reaccionarios bailando la música joven de Los Iracundos.
El ´66 fue el año del golpe de Onganía y de las Noche de los Bastones Largos. Fue una época generosa en reaccionarios disfrazados de modernos.
4 Comments:
¿estamos hablando del mismisimo Juan "Corazón" Ramón, joven promesa de la canción de los 60, estrella fugaz de la constelación de los melódicos, hoy devenido funcionario público representante del Partido Justicialista de Campana...?
By perez, at 1:42 p. m.
Es él, sin duda: el mismo Juan ¨Corazón¨ Ramón que hacía soñar a un perez adolescente que, según confidencias de su madre, fue presidente del club de fans y llegó a interpretar algunos covers en el legendario salón de actos del Instituto San Alfonso de Bella Vista.
By rinconete, at 3:31 p. m.
Insisto, y luego dicen que no nos ocupamos del cine argentino....puras injurias
By cinefrik, at 8:30 p. m.
No tiene nada que ver con el Galleguito, pero quisiera seguir con mi monotema de las proyecciones en DVD, y por eso recomiendo leer una crítica de Marcos Vieytes a ¨Ayer Otra Vez¨ publicada en cineismo (http://www.cineismo.com/criticas/ayer-otra-vez.htm):
¨El estreno de Ayer otra vez es un acontecimiento, no sólo porque nunca se había visto comercialmente en la Argentina una película de quien es uno de los cinco mejores cineastas del presente, sino porque es un eslabón más en la cadena de estrenos de una distribuidora independiente conducida por un criterio de calidad. Es cierto que el estreno en DVD atenta contra el pleno goce del film y que uno desea que la ventura económica les permita traer alguna copia original en 35 mm, pero también es cierto que estas perseverancias ayudan a instalar un cine realmente distinto al menos en los márgenes del circuito comercial y la visión del público masivo, un concepto de diversidad de la oferta que si se generaliza será beneficioso para todos, incluso para los que sólo buscan hacer negocio. Así como los monocultivos saturan la capacidad de recuperación y productividad de la tierra, la mediocre monooferta hollywoodense no hace más que expulsar al espectador de las salas y estimular la búsqueda lateral de esos materiales mucho más excitantes que otros mercados y formatos ofrecen. Hace mucho que el sabor de la aventura y la ansiedad del encuentro con lo desconocido son sensaciones que no se experimentan en las salas de cine de nuestro país. Con Ayer otra vez (con The Host, con Funny Ha Ha) las comenzamos a recuperar, y eso hay que celebrarlo.¨
By rinconete, at 12:48 p. m.
Publicar un comentario
<< Home