La Frontière de l'aube

Escribimos en su momento sobre las paridas francesas en contraposición a nuestras paridas locales. Luego de ver La Frontière de l´aube de Philippe Garrel, me di cuenta que deberíamos haber incluido también la parida norteamericana (aclaro que me refiero al sentido hollywoodense del término, para que no me tiren al amigo Bujalski por la cara).

La parida norteamericana nos ofrece personajes que solo pueden mover el pie izquierdo, que padecen una enfermedad terminal o que luego de un terrible accidente se han quedado sin familia, salvo tal vez un pequeño canario, pero que logran pese a esas calamidades ser felices. Eso es posible ya que la felicidad en Norteamerica es una obligación social además de ser el objetivo último de toda búsqueda individual. Nadie dejaría de ser feliz por poder mover unicamente el pie izquierdo o quedarse solo en el mundo en compañía de un pequeño canario.

Nada más alejado de la parida francesa, que aborrece de la felicidad y desconfía de quien intenta buscarla. Uno de los personajes de La Frontière de l´aube lo aclara hacia el final de la película, por si alguien a esa altura pudiera dudarlo: la felicidad es un valor burgués.

En su última película Garrel deja de lado la siniestra ironía que sobrevolaba Inocencia Salvaje para dedicarse de lleno a explicar lo inexplicable: una bella joven, con una carrera promisoria conoce finalmente el amor y se suicida. Su hermoso enamorado de melena romántica logra sobreponerse, se vuelve a enamorar, va a tener un hijo con una chica frágil pero también bella además de rica y previsiblemente, también se suicida.

En el medio algunas escenas de electroshocks nos describen el terrible mundo interior de aquellos que erróneamente creemos que tienen todo para ser felices.