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12.5.10

Las Playas de Agnès



Durante muchos años creí que me sería dado alcanzar una buena página mediante variaciones y novedades; ahora, cumplidos los setenta, creo haber encontrado mi voz.
(J.L. Borges / Prólogo a El informe de Brodie)

Como señala el amigo Monteagudo, es difícil encontrar en el cine ejemplos de autorretratos. Lo que parece fácil para un pintor o un fotógrafo suele ser una una tarea titánica para un director.

Agnès Varda, al final de su vida, lo logra con aparente facilidad e infinito encanto. En un relato que mezcla su vida y su obra, sus recuerdos imaginarios y de los otros, la directora encuentra el tono justo. Viendo Las Playas de Agnès, pensé que tal vez fuera justamente la avanzada edad de la directora, además de su talento, lo que le otorga la libertad que la hace tan placentera. Pero luego recordé Tarnation, la primera película de un atormentado y joven director y me quedé sin argumentos.

Tal vez los extremos de una carrera sean propicios para el encanto, aunque por razones diferentes, como prueba la carrera que otro viejo sabio como John Huston inició a los 35 años con el clásico El halcón maltés y terminó con la espléndida Los Muertos , a los 80.