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11.9.09

Victor, victoria

Es extraño el destino del cine independiente americano en nuestra cartelera. Casi nunca se estrena absolutamente nada, a no ser que se trate de los 3 o 4 consagrados de siempre (Lynch, Jarmusch, e incluso otros que no son altos y canosos). Pasa algo parecido con el cine auropeo (Chabrol, Almodovar, etc...), sólo que los europeos tienen la llave de los premios en los festivales, y una cierta pátina de calidad intrínseca al cine europeo que, creo, se explica solamente porque de alguna manera se las ingenió para convertirse en la antítesis convencional del cine de hollywood. El público argentino que sigue yendo a las salas a ver cine no-tan-comercial es sensible a los premios europeos, las películas habladas en francés, y las críticas de La Nación. El cine americano, por su parte, sólo puede oponerle los premios Oscar, que no son premios a las Mejores Películas, sino a las películas más...Oscar. Esto claramente no incluye a peliculas independientes, que así quedan en un callejon entre estos dos gustos, y sus respectivas ceremonias de legitimación. El público cinéfilo que todavía paga su entrada en Buenos Aires tiene, en general, más de 60 años y probablemente no se tiente demasiado por autores que no se hayan subido todavía a uno o dos podios.

Ayer estrenamos Educando a Victor Vargas, un encantador representante de este cine casi inédito, el cine americano independiente-independiente. Una historia de amor sencilla, urbana, sin ánimos de originalidad, con un gran guión y personajes fascinantes. Casi una Perroneada.

La crítica, en muchos casos, le dedicó las primeras líneas de sus elogiosas críticas a la demora con que se estrena la película en nuestro país, en lugar de festejar que finalmente se estrene una de esas películas cuya primera gran victoria es encontrar un lugar donde ser descubierta. Bienvenido Victor a 791, más vale tarde que nunca.

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