Toy Story 3
Los fanáticos de El Padrino , es decir la humanidad entera, padecemos una especie de temor irracional hacia las terceras películas de una saga. En todo momento esperamos que Andy Garcia aparezca y con un solo gesto logre evaporar tantos años de placer, recuerdos y frases célebres, de esas que le dan sentido a toda una vida.
John Lasseter el Grande, sin duda otro fanático de El Padrino, tomó todas las precauciones para que esa calamidad no ocurra, empezando por no contratar al intenso actor cubano. Siguió con la escritura de un excelente guión junto a sus amigos de siempre, tomándose el tiempo que fuera necesario para hacerlo y concluyó dándole las riendas al primerizo Lee Unkrich.
El resultado es brillante. Los personajes, los viejos y los nuevos, están bien escritos y la técnica es sorprendente, pero por sobre todo resalta la historia. No existe en Toy Story 3, como en ningúna película de Pixar, la tentación del cinismo. Sus autores creen sinceramente en lo que escriben y por ello no se ven forzados a desligarse de lo que cuentan haciéndonos guiños cómplices fuera de cámara, como los que tanto éxito han dado a Shrek o Madagascar.
Como siempre en la saga, el motor del relato es el paso del tiempo. Los jueguetes tienen que lidiar con sus eventuales reemplazantes o, como en la tercera parte, con una desolada jubilación forzada a una guardería infantil. La melancolía lasseteriana lo invade todo aunque esta vez se mezcla con una componente oscura, un terror gótico como señala el amigo Bernades, que tiene su momento cumbre en una terrible escena en un gigantezco triturador de basura. Como Hitchcock con unos cuantos pájaros, Unkrich logra generar terror en los espectadores con un osito de peluche.
Pixar ya no se conforma con dominar el cine de animación. Busca dominar el cine.
PD: A no llegar tarde, el corto Día y Noche es una obrita maestra.
John Lasseter el Grande, sin duda otro fanático de El Padrino, tomó todas las precauciones para que esa calamidad no ocurra, empezando por no contratar al intenso actor cubano. Siguió con la escritura de un excelente guión junto a sus amigos de siempre, tomándose el tiempo que fuera necesario para hacerlo y concluyó dándole las riendas al primerizo Lee Unkrich.
El resultado es brillante. Los personajes, los viejos y los nuevos, están bien escritos y la técnica es sorprendente, pero por sobre todo resalta la historia. No existe en Toy Story 3, como en ningúna película de Pixar, la tentación del cinismo. Sus autores creen sinceramente en lo que escriben y por ello no se ven forzados a desligarse de lo que cuentan haciéndonos guiños cómplices fuera de cámara, como los que tanto éxito han dado a Shrek o Madagascar.
Como siempre en la saga, el motor del relato es el paso del tiempo. Los jueguetes tienen que lidiar con sus eventuales reemplazantes o, como en la tercera parte, con una desolada jubilación forzada a una guardería infantil. La melancolía lasseteriana lo invade todo aunque esta vez se mezcla con una componente oscura, un terror gótico como señala el amigo Bernades, que tiene su momento cumbre en una terrible escena en un gigantezco triturador de basura. Como Hitchcock con unos cuantos pájaros, Unkrich logra generar terror en los espectadores con un osito de peluche.
Pixar ya no se conforma con dominar el cine de animación. Busca dominar el cine.
PD: A no llegar tarde, el corto Día y Noche es una obrita maestra.