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25.2.09

Rodney

Diego Rafecas forma parte de los electrones libres del cine nacional, como Subiela o en menor medida, Piñeiro. Más allá de las grandes diferencias formales que los separan, comparten la atracción por un cine de certezas. Son obras tan seguras de si mismas que aparentan prescindir de la mirada de los otros.

En Rodney, la segunda película de Rafecas , se mezclan tópicos que seguramente encandilan al director: la espiritualidad más o menos zen, la posibilidad de un cambio de vida radical, el caos creativo, los afectos disfuncionales. Se agrega en este caso el famoso bar de la calle Rodney, que le da el título y que es sin duda lo mejor de la película (incluyendo al dueño, que actúa de mozo).

Los actores, desde el gran Daniel Fanego hasta la excelente María Ucedo, se unden en el abismo de un film incomprensible, atados de pies y manos por diálogos artificiosos y mensajes resaltados. Aquellos que logran salvar algunos muebles del naufragio son los que hacen de ellos mismos, el dueño del bar, el Mono o el propio Rafecas, que parece creer sinceramente lo que dice, más allá de que alguien pueda compartir su opinión.




Estreno el jueves 5 de marzo

23.2.09

Oscarcito

Conversando esta mañana con cinefrick y Sri Sri Ravi Shankar, nuestro maestro de luz, me di cuenta de lo poco que nos había interesado este año la ceremonia de los Oscar (¿Oscares, Oscars?). Sentimos, como bien lo señaló Sri Sri mientras marcaba la cadencia con su tamboril, que salvo algún ejemplo aislado como Wally ninguna de las películas nominadas generaba algo remotamente relacionado con la pasión.

La ceremonia, un conglomerado de gags plastificados, comentarios bienintencionados y miradas húmedas, fue coherente con la selección. Era un gran museo de cera en movimiento. Ben Stiller, en un gesto transgresor que hubiera escandalizado a mi abuela Chicha, pegó un chicle en el atril del escenario, Kevin Kline o un replicante muy parecido a él hizo un elogio sobre un actor secundario que todos sabían que no ganaría ya que debía ganar el muerto. Los padres del guasón subieron a recibir el Oscar que su hijo Heath no pudo venir a buscar y leyeron un discurso conmovedor, aunque no deje de ser extraño, como bien lo señaló Sri Sri mientras se ajustaba una sandalia, que un padre deba recurrir a un discurso escrito para elogiar a su hijo muerto. El gran Sean Penn se emocionó frente a las esperables denuncias del guionista de Milk, película ya denostada por el amigo perez.

El mundo suele naufragar en este tipo de empresa. Los otros premios, Césares, Goyas, Cóndores, están condenados a ser funciones de cabotaje ya que nunca logran empardar el profesionalismo de la Academia de Hollywood. Como bien concluyó Sri Sri mientras se sacaba una pelusa de la túnica, los Oscar (¿Oscares, Oscars?) logran el milagro de ser un lugar tan común como las críticas que año a año generan.

19.2.09

Nos metieron el perro...

El amigo Raúl Perrone, reconocido seguidor de la obra de Gus van Sant, probablemente haya llamado a uno de los protagonistas de su Trilogía precisamente "Gus" en honor al director americano. Como todavía no lo hablé con Perrone (y como hay alguna chance de que en realidad esto se deba a que el nombre real del actor es Gustavo), no puedo asegurarlo, aunque si así fuera me atrevería a subir la apuesta y afirmar que el director de "Milk" no es Gus Van Sant sino, sencillamente, Gus. Esto explicaría que una película atribuída al director de "Elephant" incluya los condimentos necesarios como para lograr 8 nominaciones al Oscar (la actuación de Seann Penn y la temática histórica que denuncia valientemente actos de violencia y discriminación oportunamente tarde, entre ellos). No sería de extrañar que Gus a secas sea tambien el autor de, por ejemplo, "Good will hunting", con el impresentable dúo protagónico conformado por Robin Williams y Matt Damon, la única película anterior atribuída a Van Sant nominada a los premios de la Academia (esta vez en la terna Lección de Vida).

6.2.09

Lo menos posible


Ayer volví a ver Chinatown. Pese al cariño enorme que le tengo a El baile de los vampiros, Chinatown me parece la mejor película de Polanski. Los actores deslumbran (Jack Nicholson, todavía contenido, Faye Dunaway, el siniestro y refinado John Huston) pero creo que lo que la hace diferente es la mirada absolutamente desangelada del director, que logra uno de los mejores finales posibles (en contra del productor que insistía con un final más amable).

Recordé la crítica de Luciano Monteagudo a Antes que el diablo sepas que estás muerto, en donde escribió que Lumet ve al mundo como un lugar maligno. El mundo de Chinatown es eso, un lugar en donde el único personaje desinteresado es asesinado sin miramientos, en donde el mal triunfa una y otra vez gracias a quienes deberían combatirlo y en el que el anti-héroe es condenado al suplicio de conocer finalmente la verdad pero sin poder hacer nada por remediarla o al menos probarla.


La edición DVD incluye entrevistas a Polanski, al productor y a Robert Towne, el guionista. Este último explica en la entrevista la elección del nombre de la película (nombre que solo se entiende plenamente en la última escena).

El título me vino a la cabeza después de escuchar a un policía húngaro de la brigada de narcóticos. Me contó que había trabajado en narcóticos en Chinatown. Yo le pregunté qué hacía y me contestó: "Lo menos posible". Entonces le pregunté: "¿Qué clase de trabajo policial es ese?" Y me dijo: "Mira, cuando estás allí dentro, rodeado por los chinos y todos sus diferentes dialectos, no puedes discernir quién le está haciendo qué a quién y no puedes saber si te están pidiendo que evites un delito, o si lo que estás haciendo, sin darte cuenta, es ayudarles a cometerlo con toda la fuerza de la ley. Así que decidimos que lo mejor que se podía hacer cuando estás en Chinatown es lo menos posible". Y de este modo fue como empecé a barruntar el guión de "Chinatown".

3.2.09

De premios y menciones

Ayer se entregaron los Premios FIPRESCI a las mejores películas estrenadas durante la temporada pasada y como cada año desde que nos lanzamos en el lucrativo negocio del cine de autor, una de nuestras películas fue nominada. Argumentando una súbita luna de miel, el amigo perez se escabulló dejándome como siempre en primera línea.

Entre codazos, circulando en medio de una muchedumbre descomunal y con la ayuda de los relacionistas públicos que pululaban en el teatro San Martin, pude acceder al palco de honor de los invitados VIP en donde fuimos convidados con una copa de Veuve Clicquot rosé y unos canapés de bondiola, mientras la flor y nata de la crítica cinematográfica nacional hacía apuestas sobre los ternados.

Como ya es costumbre con nuestras respectivas taquillas, el amigo Carlos Z nos pasó una vez más el trapo. Generando una pasión casi obamezca, la maravillosa Shara se llevó el premio a la mejor película extranjera mientras que Naturaleza Muerta tuvo que conformarse con una mención honorable. Nos fuimos dignamente, desoyendo aquellas voces amigas que denunciaban tongos y acuerdos espurios llevados a cabo por una distribuidora (cuyo nombre empieza con la última letra del alfabeto) y su despiadado dueño.

PS1: La foto inmortaliza el emotivo momento en el que Diego Lerer, en nombre de la FIPRESCI me hizo entrega de la mención. En el primer plano se ve a Leo D´Éspósito y su ya legendario bigote y detrás el amigo Carlos Z, rutilante por el triunfo pese al evidente peso de los años.

PS2: Shara sigue en cartel en el cine Premier.