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27.7.10

Las Hierbas Salvajes

Para castigarme por haberle aconsejado una obra de teatro, actividad que le está reservada, perez sostuvo que si bien la obra lo había divertido, no le había gustado. Que se trataba de una sucesión de escenas graciosas a las que le faltaba un nudo potente. Para no contradecirlo, lo que suele generarle primero acidez estomacal y luego violencia doméstica, le dije que tenía razón. Pero estoy convencido de que esa obra tiene el condimento sin el cual las otras virtudes se disuelven como el electorado de Elisa Carrió, es decir rápidamente. Ese condimento es la gracia.

Alain Resnais es justamente un virtuoso de la gracia. Sus películas nos pueden gustar más o menos, podemos padecer o gozar de sus artificios pero difícilmente podamos negarle aquel talento. En Las Hierbas Salvajes el director de 88 años elige la liviandad de la gracia, lo que le permite filmar lo inverosímil con total libertad y sin atarse a ningún canon predeterminado. No sabemos si lo que ocurre, ocurre realmente o si son fantasías de los personajes. Hay elementos que faltan en el rompecabezas, un pasado violento que no llegamos a comprender, diálogos que no percibimos.

Como escribe el amigo Monteagudo: La cámara de Resnais, cada vez más libre, hace un poco lo mismo (que las hierbas salvajes). Va y viene con una fluidez asombrosa y en alguna ocasión incluso parece cobrar vida propia y se libera del yugo de tener que someterse a los dictados de la narración. Hay una escena en la que, como si se aburriera de las disquisiciones de sus personajes, la cámara los abandona discretamente, como quien deja un cuarto en puntas de pie y va a buscar su propio campo de interés, vagando por la sala y registrando detalles que hacen a la vida cotidiana de esa gente, pero que son mucho más divertidos o reveladores que ese parloteo insustancial que se sigue desarrollando, ahora lejano, en el comedor.

Es cierto también que el desprejuicio y la libertad pueden tener su costo, como los insultos furiosos que escuché a la salida del cine. Pero eso es otra historia.

15.7.10

Nadie es perfecto



Matrimonio gay, igualitario o satánico: El gran Billy Wilder también votó a favor.

12.7.10

Donde Viven los Monstruos



De chico una vez le pregunté a mi padre si la edición de los Cuentos de la Selva que yo estaba leyendo era para chicos o si en realidad se trataba de un libro escrito para los chicos por el propio autor. Mi padre desvió un instante la vista de su libro, me dijo ¨compralo¨, y siguió leyendo. No me quedó claro qué era lo que debía comprar, si al propio Quiroga o alguna nueva edición de los Cuentos, pero comprendí que el mundo infantil suele ser una lengua extranjera para los adultos.

Esa ignorancia o mejor dicho ese olvido, transforma muchos libros para chicos en manuales de buenas intenciones, más preocupados por educar al lector que por hacerlo gozar.

No es el caso por suerte de Where The Wild Things Are, obra maestra de los cuentos infantiles que el extraño Maurice Sendak escribió e ilustró en 1963, cuando los padres de perez aún no habían nacido.

Spike Jonze, el también extraño director de Being John Malkovich, transformó ese cuento minúsculo y perfecto en una película brillante.

Como en los films de Pixar, el paso del tiempo es el tema central de la obra y como la troupe del gran Lasseter, la banda de Jonze el dilettante parece sentirlo tanto como el pequeño Max, personaje principal del cuento-película.

La melancolía desborda en cada plano y en cada diálogo ayudada por una excelente banda sonora y por la maternal Catherine Keener, la madonna del cine más o menos indie norteamericano.


Por supuesto, una gran película merece una gran salida. Por eso Donde Viven los Monstruos salió directo a video.

No dejen de alquilarla.



Nota: Gracias a la ayuda del amigo Galois pude disciplinar a youtube y lograr que la imagen no desborde por los lados. Solo me falta colocar un enchufe en casa para sentirme digno de Mecánica Popular.