Depredadores
El budismo profesa una cierta clase de conocimiento intuitivo, contrario al conocimiento racional. Sostiene que la paz interior, objetivo último de nuestra vida, no se debe buscar a través de la acumulación de conocimiento sino de un tipo de percepción que puede ser incluso inmediata. Quien tiene la suerte de vivir ese instante de claridad, vislumbra el sentido de todo, o tal vez entiende que nada lo tiene.
La Doctrina Pérez, una de las tantas variantes del budismo original, defiende la autonomía de la crítica cinematográfica por sobre la propia película. Según el Maestro de Luz Pérez, la película es solo un residuo material que no debe contaminar la inspiración intuitiva, casi divina, de la crítica.
En honor a esa doctrina de salvación, decidí escribir sobre Depredadores, que nunca vi. Como soy novato en esto, no pude hacer completa abstracción del residuo material de la propia película, como recomienda el Patriarca, sino que miré el afiche para buscar alguna inspiración.
Depredadores es una película de Nimród Antal, joven director de películas menores con un cierto espíritu indie que sedujeron a Robert Rodriguez, productor de Depredadores, y lo convencieron de la capacidad del director en llevar adelante el tono intenso aunque levemente cínico de este remake de remake.
La primer Gran Idea del guión consiste en un truco especular: desplazar a otro planeta al grupo de duros y aguerridos combatientes que en la primera película secundaban al actual gobernador de California en la búsqueda del depredador original y terminaban transformados en keppe crudo. La segunda Gran Idea del guión consiste a reemplazar al actual gobernador de California por Adrien Brody, poco conocido hasta ahora por sus dotes de bodybuilder. Brody contrató a un famoso especialista en pectorales y convivió durante seis meses junto a un grupo de depredadores reales en un planeta lejano, para ¨encontrar la psicología de mi personaje¨, según lo que le señaló a Chiquita Legrand en uno de sus clásicos almuerzos. En esa oportunidad además de aclarar que aceptó el desafío porque el guión lo había realmente impactado, desmintió que el arma que lleva en el afiche haya sido adquirida en la juguetería Cebra, de Lacroze y Forest.
Los diálogos son filosos y hay varias perlas que quedarán en el recuerdo, aunque no recuerdo ninguna en este momento. La incorporación de una mujer en el equipo aporta intercambios potentes entre los personajes e incluso situaciones inesperadas como cuando uno de los más duros es salvado por la chica en cuestión, o al revés. Los efectos especiales son impresionantes y las escenas de acción, en medio de una selva de un planeta lejano bastante parecida a la del primer Depredador que ocurría en centroamerica, son trepidantes. Tal vez para Hollywood, centroamérica sea otro plantea.
El productor Rodriguez encuentra el tono justo, entre Sábados de Superacción y videojuego, espolvoreado con guiños astutos al espectador.
Es, creo, una película para toda la familia.