El futuro nunca llega
En una de las versiones cinematográficas de La máquina del tiempo de H. G. Wells, creo que de los años cuarenta, el protagonista viaja a los ´60. En esa época la gente se pasea disfrazada de cosmonautas, viajando en vehiculos voladores y circulando por largas pasarelas entre inmensos rascacielos. Lo sorprendente es que tanto el guionista como los espectadores no fueran algo escépticos sobre la posibilidad de que el mundo cambiara tan radicalmente en apenas veinte años. Aunque basta mirar las ilusionadas tapas de Mecánica Popular para darse cuenta que el optimismo sobre un cambio tan radical como positivo era moneda corriente en aquellos años de certezas.
Viendo la trilogía de Regreso al futuro con mi hijo de 5 años, a quien los ´80 le parecieron tan remotos como a mí el neolítico, sentí la misma sorpresa. En el segundo capítulo de la saga el protagonista viaja unos años más tarde (o unos años antes, ya no recuerdo) de su presente ochentoso. El mundo, por un error involuntario de su parte, cambió drásticamente y es un gran terreno baldío en el que solo ocurren tragedias sin nombre como por ejemplo que una familia negra ocupe su casa familiar.
El futuro, el verdadero, suele vengarse de las visionarios que imaginan grandes progresos o terribles catástrofes, eligiendo por lo general la más cruel de las utopías: duplicar el tedio del presente.
Viendo la trilogía de Regreso al futuro con mi hijo de 5 años, a quien los ´80 le parecieron tan remotos como a mí el neolítico, sentí la misma sorpresa. En el segundo capítulo de la saga el protagonista viaja unos años más tarde (o unos años antes, ya no recuerdo) de su presente ochentoso. El mundo, por un error involuntario de su parte, cambió drásticamente y es un gran terreno baldío en el que solo ocurren tragedias sin nombre como por ejemplo que una familia negra ocupe su casa familiar.
El futuro, el verdadero, suele vengarse de las visionarios que imaginan grandes progresos o terribles catástrofes, eligiendo por lo general la más cruel de las utopías: duplicar el tedio del presente.