Edith y la Reina
Casi al mismo tiempo llegan dos películas biográficas de mujeres más o menos excepcionales. La Môme, de Olivier Dahan, retrata la tormentosa vida de Edith Piaf. The Queen, de Stephen Frears se limita más modestamente a algunos días de la vida de la reina Elizabeth de Inglaterra. Tanto el juego de Marion Cotillard como Piaf, como el de Helen Mirren haciendo de reina, son notables. Pero ahí donde la máscara termina por ahogar a una Cotillard obnubilada por su personaje, Hellen Mirren opta simplemente por actuar.
No niego que las historias sean difícilmente comparables. La Môme es un film heroico que arranca con la infancia de la diva, digna de Zola y termina con su trágica muerte (probablemente la escena más endeble de la película) mientras que The Queen se limita a describir la pulseada política entre el novato Tony Blair y la reina durante los días posteriores a la muerte de Lady Di.
Olivier Dahan busca el bronce y la gloria, Stephen Frears solo quiere analizar con talento el desconcierto de la familia real frente a una sorpresiva crisis política. Y de manera más general, ilustra la disyuntiva que debe resolver un jefe de estado frente a un conflicto que lo supera, entre aplicar a rajatabla el manual de procedimientos con el riesgo de potenciar la crisis o aceptar el riesgo aún mayor de una respuesta fuera de toda norma.
Piaf en La Môme es bronce filmado y cada una de sus réplicas antológicas le quitan oxígeno al personaje. Bajo el peso de un guión desbordante de certezas, la excelente Cotillard se transforma en un monumento, mientras que Hellen Mirren, por el contrario, se lleva los laureles con aparente liviandad sin dejar que la densidad del personaje asfixie la historia.
No niego que las historias sean difícilmente comparables. La Môme es un film heroico que arranca con la infancia de la diva, digna de Zola y termina con su trágica muerte (probablemente la escena más endeble de la película) mientras que The Queen se limita a describir la pulseada política entre el novato Tony Blair y la reina durante los días posteriores a la muerte de Lady Di.
Olivier Dahan busca el bronce y la gloria, Stephen Frears solo quiere analizar con talento el desconcierto de la familia real frente a una sorpresiva crisis política. Y de manera más general, ilustra la disyuntiva que debe resolver un jefe de estado frente a un conflicto que lo supera, entre aplicar a rajatabla el manual de procedimientos con el riesgo de potenciar la crisis o aceptar el riesgo aún mayor de una respuesta fuera de toda norma.
Piaf en La Môme es bronce filmado y cada una de sus réplicas antológicas le quitan oxígeno al personaje. Bajo el peso de un guión desbordante de certezas, la excelente Cotillard se transforma en un monumento, mientras que Hellen Mirren, por el contrario, se lleva los laureles con aparente liviandad sin dejar que la densidad del personaje asfixie la historia.