791blog

26.2.07

Edith y la Reina

Casi al mismo tiempo llegan dos películas biográficas de mujeres más o menos excepcionales. La Môme, de Olivier Dahan, retrata la tormentosa vida de Edith Piaf. The Queen, de Stephen Frears se limita más modestamente a algunos días de la vida de la reina Elizabeth de Inglaterra. Tanto el juego de Marion Cotillard como Piaf, como el de Helen Mirren haciendo de reina, son notables. Pero ahí donde la máscara termina por ahogar a una Cotillard obnubilada por su personaje, Hellen Mirren opta simplemente por actuar.

No niego que las historias sean difícilmente comparables. La Môme es un film heroico que arranca con la infancia de la diva, digna de Zola y termina con su trágica muerte (probablemente la escena más endeble de la película) mientras que The Queen se limita a describir la pulseada política entre el novato Tony Blair y la reina durante los días posteriores a la muerte de Lady Di.
Olivier Dahan busca el bronce y la gloria, Stephen Frears solo quiere analizar con talento el desconcierto de la familia real frente a una sorpresiva crisis política. Y de manera más general, ilustra la disyuntiva que debe resolver un jefe de estado frente a un conflicto que lo supera, entre aplicar a rajatabla el manual de procedimientos con el riesgo de potenciar la crisis o aceptar el riesgo aún mayor de una respuesta fuera de toda norma.

Piaf en La Môme es bronce filmado y cada una de sus réplicas antológicas le quitan oxígeno al personaje. Bajo el peso de un guión desbordante de certezas, la excelente Cotillard se transforma en un monumento, mientras que Hellen Mirren, por el contrario, se lleva los laureles con aparente liviandad sin dejar que la densidad del personaje asfixie la historia.

23.2.07

Playa Marisco

De chico recuerdo que lo unico que me interesaba en una película eran los actores. Consideraba que eran ellos los responsables exclusivos del éxito o del fracaso de un film mientras que los directores cumplían una función más relacionada con la logística. Mi horizonte por supuesto se detenía en el director y excluía a guionistas, productores o directores de fotografía. El cine, entonces, era un arte que consistía en saber elegir actores. Con el tiempo fui cambiando esa manera de ver y me interesé en los directores. Ya no seguía la filmografía de un actor sino que rastreaba la obra de un director. Vaya uno a saber por qué, esa me parecía una manera más seria de ver cine. Sin embargo, cada tanto algún actor viene a patear mi mercadito y logra que vuelva a creer lo que pensaba de chico. La maravillosa Valeria Bruni Tedeschi, por ejemplo. Su presencia ilumina cada película en la que participa: Como Rien à faire (Nada que hacer) de Marion Vernoux, 5x2 (Vida en Pareja) de Ozon o la extraordinaria Una pareja perfecta de Nobuhiro Suwa que distribuímos el año pasado.

Ayer estrenamos Playa Marisco (Crustacés et coquillages) de Olivier Ducastel y Jacques Martineau. Se trata de una inteligente variante al vodevil clásico, con un ménage à trois a la vez más complejo y más liviano que aquellos que el cine francés desmenuza con frecuencia. La Bruni, hermosa como nunca, sobrevuela esta historia de infidelidades, pasiones adolescentes y amores gay con infinta gracia, secundada por actores de peso como Jean-Marc Barr y el excelente Jacques Bonnaffé, haciendo de amante demasiado enamorado.

En 791 estamos por crear el Club de Admiradores Apasionados de Valeria Bruni Tedeschi (CAAVBT). Se aceptan contribuciones...

http://www.791cine.com/peliculas/crustaces/ficha.shtml
http://www.filmdeculte.com/film/film.php?id=1048

19.2.07

The Science of Sleep


Película interesante, próxima a estrenarse en nuestro pais, la nueva de Michel Gondry, que ya se hizo de algunos fans con Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos. Tengo que reconocer que hasta acá estas películas de directores de videoclips como Gondry o Spike Jonze nunca me gustaron demasiado. No sé si es la forma inevitable para un clipista de adaptarse al formato largometraje, pero peliculas como Quieres ser John M o la misma Eterno Resplandor me resultaron bastante pesadas, con su exceso de ingenio y esa cosa de mecanismo de relojería de sus guiones.

En este caso, sin ser otra sucesión de acrobacias narrativas incluyendo el aparentmente inevitable mundo paralelo, hay también mucha más poesía y emoción. Se trata en definitiva de una historia de amor, como en Eterno, pero con una idea más optimista del amor, menos torturada, gracias seguramente a que el protagonista en este caso es un joven bastante infantil que antes que olvidar a alguien necesita a alguien a quien recordar.

Gael no molesta pero tampoco suma demasiado. Esta a punto de convertirse en una estrella con el riesgo de que todos sus personajes no sean mas que distintas versiones del mismo Gael.

13.2.07

Lady Chatterley

Lady Chatterley es la otra buena noticia de esta Berlinale.
Se trata de la adaptación de la segunda versión que D.H. Lawrence escribió del libro. El escritor, según señala una apasionada crítica de Cahiers du Cinéma, siempre renegó de haber escrito una novela de sexo. La directora, Pascale Ferran, podría decir lo mismo de su película que escapa al lugar común del personaje.
Lady Chatterley describe la historia de amor adúltero entre una mujer de la alta burguesía inglesa, condenada a ser la enfermera de su marido inválido y el guardaparque de la propiedad familiar. La ternura de esa improbable relación, desprovista por completo de culpa, logra potenciar el erotismo de cada una de las escenas de sexo entre los amantes. Marina Hands, en el rol de lady Chatterley, lleva adelante de manera perfecta ese papel de mujer que reniega tanto de su destino como de la hipocresía de su clase. Jean-Louis Coulloc’h, en su primer rol para el cine, genera esa mezcla de rudeza y sensibilidad que define al personaje mas vulnerable de la pareja.

http://www.cahiersducinema.com/article893.html

12.2.07

Reporte bajo cero


Soportando temperaturas polares, pero en orgullosa representacion de la comunidad cinefila argentina, 791cine dice presente en el festival de Berlin. En la foto de la izquierda podemos ver a Rinconete intentando por cualquier medio de colarse en la fiesta de apertura, al fondo detras de la pantalla que, a su vez, muestra al inefable Cinefrik abalanzandose sobre el diminuto Gael "como lo logre ni yo lo entiendo" Garcia Bernal, por un autografo, un saludo,un mechon de pelo o lo que sea.

11.2.07

Deux jours à Paris

Deux jours à Paris , el último film de Julie Delpy como directora es una excelente sorpresa.
El humor de los diálogos, muy bien escritos, recuerda al de Woody Allen . Los actores, ella, su padre, Albert Delpy, el joven Adan Jodorowsky o Adam Goldberg que nunca había visto antes, llevan adelante la historia con talento y sobre todo con una gran liviandad. Esa misma que los que padecemos la bolsa de arena de algunas producciones europeas o latinoamericanas, solemos envidiarle al cine indie norteamericano.
En su panteon personal, Delpy no olvida las perlas parisinas, como los inefables choferes de taxi más o menos fachistas o las certezas de los ex combatientes de mayo del 68 pero no se olvida tampoco de las taras de su país de adopción, personificadas en algunos turistas de la america profunda o en su novio hipocondríaco.
El ritmo decae tal vez al final, pero no la felicidad de haberla visto.

1.2.07

Pesares de espectador


Durante tanto tiempo que ya no da gracia se repitió el latiguillo de que lo más insufrible de ir a un complejo cinematográfico era soportar los efectos colaterales de las palomitas de maiz (su olor a manteca, el crunchi-crunchi-crunchi infinito de cientos de mandibulas atronandonos al unísono, las palometas perdidas en la alfombra, las butacas, y hasta en algun peinado, el tamaño de los baldes, etc...). Esto dió pie al calificativo de "pochoclero" (valido para cines, peliculas, espectadores, etc...). Otra gente, más refinada, sumó a la lista de desastres al público de los miércoles (adolescentes en grupos de 10, público que va al cine a ver lo que sea porque el miércoles es más barato, mucha gente en general dentro y fuera de la sala, etc...).

Pero ahora parece que, por si nos faltaban excusas para despotricar contra los multipantallas, aparecen antes de cada película "ingeniosos" "cortos" que, tras la aparente inocencia y buena intención de un cartel de vialidad que reza "apague sus celulares", "el baño al fondo a la derecha", "si su bebe llora arrójelo fuera de la sala", etc... nos enchufan a esos funestos personajes "simpáticos" generalmente provenientes de alguna película de animación hija de un estudio con un departamento de marketing inquieto. El último de estos engendros (que a una señora 3 filas más atrás de la mía le pareció "divertidísimo"), es el de un grupo musical de ranas que, emulando un look Sinatra (el líder de la banda de ranas, de hecho, se llama Frankie), cantan una horripilante versión de un tema de soul (que nunca fue, si a alguien le importa, lo más representativo del repertorio de Sinatra) doblado al castellano que aconseja "no molestar en la sala" (cuanto más efectivo sería si predicaran con el ejemplo).

A las ranas solo las salva que antes, e incluso mucho peor, hizo lo mismo Manuelita...

Hijos de los hombres

La película de Alfonso Cuarón parece contener en realidad dos películas en una.
En la primera la historia, apocalíptica, es contada con sutileza. Muestra un futuro de pesadilla, tal vez la peor de todas las pesadillas que es la que consiste en repetir el presente. No se ven los interiores blancos de 2001 Odisea del espacio, ni las lluvias permanentes y el caos chino de Blade Runner. La vida es solamente como hoy, aunque un poco peor. No hace falta remarcar el desasosiego de ese mundo, alcanza con la actuación justa de sus interpretes (excelentes Clive Owen y Julianne Moore).
La segunda parte, que se inicia con la muy buena escena del escape de la granja, parece formar parte de otro registro. Los trazos son más gruesos y la historia más banal. Frente a un Estado totalitario y una resistencia sin principios morales, cuando aparentemente la política está agotada, la salvación se nos presenta a través de una especie de ONG más o menos ecologista.
Da ganas de quedarse con el Estado totalitario.