Son tantas y tan variadas las opiniones, informes, estadísticas del Bafici hoy, un día después de su final, que siento no nos queda más alternativa que repasar lo que deja el festival en términos de su convivencia con nosotros, los distribuidores (el tema es a todas luces poco atractivo, lo suficiente como para asegurarme que nadie haya querido escribir de esto en ninguno de los 3 millones de blogs que hay entre nuestra oficina y el Abasto, yo de hecho voy a tratar de terminar de escribir esto antes de que mi cabeza golpee el borde superior de mi monitor y me quede indefinidamente dormido).
¿Cuál es la relación entre un festival de cine y los responsables de comercializar películas? Excelente pregunta, Perez. Uno tiende a pensar que para el festival la respuesta es ninguna. Ninguna respuesta o ninguna relación, es lo mismo en este caso. Salvo, por supuesto, en los momentos en que a un festival le hace falta una película cuyos derechos están en manos de una distribuidora local*, el festival (cualquiera) desconoce la existencia de los dueños de películas influídos por la sospecha, me parece, de que los dueños de las películas son siempre sus directores, o sus productores (los que las venden) pero nunca los que las compran, que sólo quieren forrarse a costa del sudor de algún desprevenido auteur malayo.
¿Debería, en todo caso, interesarle en lo más mínimo la distribución a los festivales? Punzante observación, Perez. No son pocas las veces que yo mismo me vi en la encrucijada de responderle a alguien por qué un mercado es importante o funcional a un festival de cine (esto es, un mercado formal o informal de venta y compra de películas, o mejor dicho sus licencias, como los de Berlin, Cannes, San Sebastián, etc...). Está claro que un mercado es el lugar donde los directores, y más aún sus productores, y sin lugar a dudas sus representantes de ventas internacionales, quieren que las películas estén. Esto les sirve a los festivales, que generalmente no pueden ofrecer a cambio de las películas que piden para su programación más que algún premio y/o, más concretamente, un screening fee generalmente modesto. La presencia de los distribuidores en el festival podría incluso permitir que alguno de ellos se tiente y compre una película, lo que significaría su posterior estreno. Ese estreno no hace más que prolongar el efecto del festival en el resto del año y en el público que, por alguna razón, no llegó a ver alguna de las 3 funciones de esa película. Si esa película, además, es un éxito, seguramente sea la primera de muchas en venderse, lo que genera más público y más películas para el festival. Y quien dice, hasta quizás algún sponsor que no sea de los mismos de siempre (¿cómo puede ser que un evento como el Bafici no tenga ningún sponsor que no sea un laboratorio de cine, un medio, un proveedor de la industria? ¿Cómo no hay una bebida, un celular...incluso una distribuidora...?)
Y si eso es posible, y es además negocio para todos, ¿por qué no se acercan las distribuidoras al festival? Acierta una vez más, Perez, pero ¿quién dice que no se han acercado?
Este año, por primera vez, el Bafici organizó proyecciones para distribuidores. ¿Cómo es eso? Eligió 4 películas y las proyectó durante los 2 primeros días del festival con la intención de tentar a algún comprador local. La asistencia estuvo lejos de ser perfecta, y orgullosamente podemos decir que sólo 791cine estuvo en las 4 proyecciones, con la solitaria compañía del jefe de prensa de otra distribuidora independiente en algunas de ellas. El criterio de selección del material fue difícil de comprender: un documental israelí sobre los kibbutz (Children of the Sun), un dramón de época con Julianne Moore (Savage Grace), una de cine arte prolijo e intrascendente europeo (Tussenstandt) y una película brasilera sobre un bohemio que por alguna razón de levanta a una modelo pero así y todo es infeliz (Cao Sem Dono). Ninguna de ellas, si tengo que arriesgar, le interesaría a ningún distribuidor local, por dos buenas razones:
1- No tienen potencial comercial.
2- No son grandes películas.
Como sea, no deja de ser una iniciativa saludable, que con un poco de suerte y paciencia terminará con la indiferencia que ya es tradición entre el Festival y el mercado del cine. El nuevo director artístico, por lo menos en sus discursos preliminares, hizo hincapié en algo parecido a eso. Veremos...
*para ser justos, también hay algunos festivales que convocan a distribuidores para organizar fiestas a cambio de un premio que nunca será entregado